No site da FEB encontrei um interessante artigo que passo a compartilha :
Miguel Panadés
"17/09/2011 Contéstenme de memoria, por favor, ¿cómo se apellida el entrenador de Macedonia, selección que llegó al Eurobasket clasificada en el puesto 47 del Ranking FIBA
Los ecos de los cruces de cuartos y semifinales dejaron de una parte las maravillosas exhibiciones de Navarro y Gasol y, de otra, la actuación de Macedonia. Me gustaría profundizar sobre la selección capaz de eliminar a Lituania y poner contra las cuerdas a España. Me gustaría hacerlo en compañía de los entrenadores que se quieran unir a al debate y contribuir con sus opiniones.
Marin Dokuzovski, 51 años, entrenador que ha ejercido casi siempre en Macedonia, mayoritariamente en el Rabotnicki, excepto dos temporadas en Bulgaria, una como entrenador ayudante y otra como primer entrenador en el Luckoil Academic. Que fue seleccionador U18 en la Federación de Macedonia, que luego fue entrenador ayudante en la Absoluta, para posteriormente Seleccionador senior. Un buen currículum, invisible a los ojos mediáticos, pero un buen currículum. Invisible sí, como tantos y tantos entrenadores que ejercen en sus respectivos clubes o selecciones “no ganadores o ganadoras” y consiguen exprimir al máximo sus recursos desde la discreción absoluta. La inmensa mayoría de entrenadores son invisibles, como la inmensa mayoría de jugadores, como la inmensa mayoría de ciudadanos… y de pronto, una oportunidad, una ocasión para mostrar su nivel y la demostración ante los ojos de todos que poseen el talento, la capacidad profesional para competir con las “estrellas”, para conseguir el fundamental objetivo de todo entrenador: que sus jugadores brillen.
Considero misión tan complicada conseguir que un equipo de estrellas sea capaz de ponerse el mono de trabajo como que un equipo limitado rinda como estrellas. No sabría decantarme por cual de las dos misiones tendría más dificultad y ahí sí invito al debate. ¿Conseguiría Phil Jackson meter a Macedonia, con los jugadores actuales, en semifinales? ¿Conseguiría Dokuzovski ganar el anillo con Los Lakers con los jugadores actuales? La respuesta la encontraremos seguramente, de una parte, en la capacidad gestión de las particulares características de los jugadores, con sus perfiles de estrellas o de humildes guerreros. De otra parte en la utilización adecuada de las capacidades deportivas de cada uno de ellos.
Dokuzovski consiguió lo que tantas veces parece imposible y que se demuestra que no lo es tanto. Mover una plantilla corta consiguiendo que sus tres jugadores referentes – McCalebb, Ilievski y Antic – dispusieran de las opciones, de la libertad, de la confianza necesaria para finalizar la mayoría de las acciones. Ojo, hablamos de tres jugadores de gran nivel pero no de All Stars. Consiguió esa selección además desarrollar un juego de equipo que ha maravillado a todos los entrenadores, pasándose el balón como hacía tiempo no se veía, ocupando perfectamente los espacios, agrandando la pista en ataque como todos los técnicos pretenden en sus equipos para beneficio de los penetradores.
Y a todas esas virtudes, otra imprescindible para competir con rivales teóricamente superiores. Un inmenso corazón, por no recurrir a otros calificativos machistas, en defensa. Buena defensa de uno contra uno, buenas ayudas, dureza absoluta en la pintura. Sí, frente a España encajó 92 puntos, pero anteriormente la media apenas superaba los 60 por partido. Muchos entrenadores se sintieron identificados con Macedonia, porque la mayoría de entrenadores dirigimos “Macedonias”, es decir, equipos con “calidad limitada”. Desde estas líneas homenaje a Dokuzovski, entrenador invisible – me cuentan que ni una bronca a sus jugadores en todo el campeonato -, invisible hasta que el destino le permitió demostrar ante los ojos del baloncesto internacional que no ser conocido no quiere decir no ser talentoso. Todo un homenaje a la inmensa mayoría de técnicos… invisibles.
Marin Dokuzovski, 51 años, entrenador que ha ejercido casi siempre en Macedonia, mayoritariamente en el Rabotnicki, excepto dos temporadas en Bulgaria, una como entrenador ayudante y otra como primer entrenador en el Luckoil Academic. Que fue seleccionador U18 en la Federación de Macedonia, que luego fue entrenador ayudante en la Absoluta, para posteriormente Seleccionador senior. Un buen currículum, invisible a los ojos mediáticos, pero un buen currículum. Invisible sí, como tantos y tantos entrenadores que ejercen en sus respectivos clubes o selecciones “no ganadores o ganadoras” y consiguen exprimir al máximo sus recursos desde la discreción absoluta. La inmensa mayoría de entrenadores son invisibles, como la inmensa mayoría de jugadores, como la inmensa mayoría de ciudadanos… y de pronto, una oportunidad, una ocasión para mostrar su nivel y la demostración ante los ojos de todos que poseen el talento, la capacidad profesional para competir con las “estrellas”, para conseguir el fundamental objetivo de todo entrenador: que sus jugadores brillen.
Considero misión tan complicada conseguir que un equipo de estrellas sea capaz de ponerse el mono de trabajo como que un equipo limitado rinda como estrellas. No sabría decantarme por cual de las dos misiones tendría más dificultad y ahí sí invito al debate. ¿Conseguiría Phil Jackson meter a Macedonia, con los jugadores actuales, en semifinales? ¿Conseguiría Dokuzovski ganar el anillo con Los Lakers con los jugadores actuales? La respuesta la encontraremos seguramente, de una parte, en la capacidad gestión de las particulares características de los jugadores, con sus perfiles de estrellas o de humildes guerreros. De otra parte en la utilización adecuada de las capacidades deportivas de cada uno de ellos.
Dokuzovski consiguió lo que tantas veces parece imposible y que se demuestra que no lo es tanto. Mover una plantilla corta consiguiendo que sus tres jugadores referentes – McCalebb, Ilievski y Antic – dispusieran de las opciones, de la libertad, de la confianza necesaria para finalizar la mayoría de las acciones. Ojo, hablamos de tres jugadores de gran nivel pero no de All Stars. Consiguió esa selección además desarrollar un juego de equipo que ha maravillado a todos los entrenadores, pasándose el balón como hacía tiempo no se veía, ocupando perfectamente los espacios, agrandando la pista en ataque como todos los técnicos pretenden en sus equipos para beneficio de los penetradores.
Y a todas esas virtudes, otra imprescindible para competir con rivales teóricamente superiores. Un inmenso corazón, por no recurrir a otros calificativos machistas, en defensa. Buena defensa de uno contra uno, buenas ayudas, dureza absoluta en la pintura. Sí, frente a España encajó 92 puntos, pero anteriormente la media apenas superaba los 60 por partido. Muchos entrenadores se sintieron identificados con Macedonia, porque la mayoría de entrenadores dirigimos “Macedonias”, es decir, equipos con “calidad limitada”. Desde estas líneas homenaje a Dokuzovski, entrenador invisible – me cuentan que ni una bronca a sus jugadores en todo el campeonato -, invisible hasta que el destino le permitió demostrar ante los ojos del baloncesto internacional que no ser conocido no quiere decir no ser talentoso. Todo un homenaje a la inmensa mayoría de técnicos… invisibles.
1 comentário:
Muito bom o artigo!
Enviar um comentário